alguien dijo alguna vez:

“Anda plácidamente entre el ruido y la prisa, y recuerda que paz puede haber en el silencio. Vive en buenos términos con todas las personas, todo lo que puedas, sin rendirte. Di tu verdad tranquila y claramente; escucha a los demás, incluso al aburrido y al ignorante; ellos también tienen su historia.”

Anónimo, 1.693.

lunes, 8 de marzo de 2010

Sobre la vocación de nuestros hijos

En estos día, los que tenemos hijos en edad de finalizar la educación secundaría, estamos reviviendo momentos de nuestra adolescencia relacionados con ¿qué estudiamos? Finalizados los estudios de secundaria nuestros jóvenes tienen que empezar a plantearse “que quieren ser de mayores”.
Si echamos la vista atrás, y recordamos nuestros 16 años, será un ejercicio de empatía fundamental para poder ayudarles en “su” decisión. Y creo que digo bien: “su” decisión. No podemos caer en el error de focalizar “nuestras” expectativas sobre nuestros hijos. Frases tales como “ojala yo hubiera tenido tus oportunidades…”, “lo que mas te conviene es…”, “con tal carrera, nunca te faltará trabajo”.
Mi experiencia como coach, en mi caso, creo que me están siendo de gran utilidad. Creo que todos los padres y madres a través de algunas herramientas básicas del Coaching, podrán ayudar a sus hijos e hijas. Partiremos de la base fundamental: “el coach nunca dice a su cliente lo que tiene que hacer”. Por tanto nosotros no podemos decirle a nuestro hijo lo que tiene que hacer. Sería un grave error.
Estimo que un buen comienzo sería dejarle muy claro que la decisión siempre será suya y que nos gustaría ayudarle en “su decisión”.
Mediante el método socrático, debemos establecer un dialogo entre padre, madre e hijo/hija; a través de preguntas. Preguntas que buscan respuestas fruto de una reflexión y un razonamiento. Debemos empezar por preguntarle desde lo más genérico a lo más específico. Seguramente sus respuestas nos pueden inducir a realizar otras preguntas que en principio no teníamos previstas realizar. Evidentemente debe ser una conversación seria pero a su vez lo más distendida posible. No puede parecer un interrogatorio.
Partir de ¿qué es lo que te gustaría estudiar? o ¿a qué te gustaría dedicarte de mayor?, nos irán llevando a otras como ¿qué te gusta más de tal carrera o tal profesión? Podéis sorprenderos con afirmaciones sobre lo que les gusta o se les da mejor, pero no les cuestionéis directamente, hacerlo a través de otra pregunta que les haga reflexionar y al buscar una respuesta argumentada encuentre verdaderamente sus motivaciones.
Sería recomendable no plantearles nuestras experiencias personales directamente. Solamente debemos contarles nuestra experiencia al respecto si en la conversación son nuestros hijos quienes nos preguntan. Nuestra respuesta debe ser lo más sincera y objetiva que podamos, y siempre aclarándole que eran otras circunstancias y otros momentos.
Tampoco debemos plantearnos realizar una sola conversación, podemos aprovechar que surge la conversación durante la comida, en el coche… Si vemos que son esquivos al tema, no debemos insistir aunque si deberíamos dejarles caer que es importante hacer un hueco para que nos cuente que tiene pensado al respecto.
En mi opinión, todo esto es una cuestión de vocación, hablamos de anhelos e incluso, porque no decirlo, de sueños. Podemos cometer el error de ver el futuro profesional aparte del personal y/o social. Debemos ver la vida como un todo, y todas las facetas de nuestras vidas son independientes, pero también están interconectadas entre sí.
En la vocación están los sueños, los anhelos, el placer en hacer las cosas, la realización en los logros, la curiosidad por sondear nuevos caminos, la motivación por la superación, sentirnos que estamos en el lugar y con las personas apropiadas, sentir la intuición, la imaginación, la facilidad y la dificultad…, el esfuerzo y la entrega que nos dan satisfacción y sentido a nuestra vida. Amar lo que hacemos estando en paz con nosotros mismos y con los demás.
Siempre oía de mis mayores que los hijos no vienen con un manual de instrucciones debajo del brazo. Hemos aprendido durante todo este tiempo a formar personas que puedan ser, estar y vivir en sociedad, con propia personalidad y con respeto a la de los demás. Ahora nos toca aportar nuestro granito de arena a conformar el devenir de una vida, como todas las vidas, única e irrepetible, con el agravante de que se trata de un ser humano que amamos hasta el extremo. Quizá ellos entiendan algún día que ahora sentimos parecidas dudas, miedos e incertidumbres a las que ellos padecen sobre su futuro vocacional y profesional.
Aunque hablemos de sus vidas, su éxito será nuestro éxito, su felicidad será nuestra felicidad. ¿Alguien tiene alguna duda?