alguien dijo alguna vez:

“Anda plácidamente entre el ruido y la prisa, y recuerda que paz puede haber en el silencio. Vive en buenos términos con todas las personas, todo lo que puedas, sin rendirte. Di tu verdad tranquila y claramente; escucha a los demás, incluso al aburrido y al ignorante; ellos también tienen su historia.”

Anónimo, 1.693.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Balance Anual

Llega diciembre y con él las navidades y el final de año. La época navideña es muy propicia para las fiestas, el consumo, grandes encuentros, otros encuentros no tan pequeños, visitas y reuniones familiares…
Nos bebemos los últimos sorbos del año, y devoramos prácticamente los días finales con los que damos por concluido un años más de nuestras vidas. Seguramente, durante estos días festivos y familiares, recordaremos a los seres queridos que ya no están, y que nunca volverán.
Probablemente, estaremos ocupadísimos entre compromisos sociales, personales, laborales, familiares y otros de cualquier índole. Y es posible que no tengamos ni momento para nosotros, aunque solo sean algunos minutos, para tranquilamente estar con nosotros mismos.
Cada final de año, nuestras empresas, instituciones y organizaciones en general, realizan un balance sobre su situación. En este balance, en un sentido estricto, las empresas contabilizan en el activo, todos los bienes y derechos de cobros con que cuentan; mientras que en el pasivo, contabilizan las deudas que tienen con terceros.
Por una vez, podríamos tomar buen ejemplo de estas organizaciones, y autoimponernos hacer balance de cada año que finaliza. Utilizar algunos minutos para tranquilamente, en solitario, hacer un balance personal de nuestra vida en general y del año que finaliza en particular. Sin mentiras, sin falsos pretextos, sin autoengaños condescendientes, sin coartadas ficticias…
Preguntarnos: ¿Cuál es el nuestro patrimonio personal? Por supuesto, no solo ver con qué cosas físicas contamos, se trata además de valorar (de poner en valor) nuestra familia, nuestra carrera profesional, las amistades, la salud… Se trataría de valorar no solo lo que tengo, sino lo que soy. También deberíamos ver qué creemos que nos deben, qué personas están de más en nuestra mochila de la vida. Además, tendríamos que ver a quienes debemos algo, a quienes he fallado últimamente; y por supuesto, que nos debemos a nosotros mismos.
A la hora de realizar nuestro balance anual, podríamos sugerir los siguientes consejos:
-En el qué soy, más que el qué tengo; el planteamiento que deberíamos hacernos es: ¿soy feliz? ¿más o menos feliz que el año pasado? ¿y por qué?
-En el qué nos deben, lo que deberíamos tener claro es: ¿qué personas queremos llevar en nuestra mochila de la vida y quiénes no?
-En el qué debo, deberíamos preguntarnos ¿a quiénes hemos fallado? ¿quiénes son verdaderamente importantes (de importarnos) para nosotros? ¿por qué no lo hacemos, si tan importantes son?
-Además, en el qué debo, está lo que nos debemos a nosotros mismos: ¿de qué nos estamos privando? ¿qué dejamos hacer que nos apetece? ¿a qué estamos renunciando? ¿nos merece la pena?
-Deberíamos preguntarnos ¿cómo es la relación con nuestra familia, con nuestros compañeros de trabajo, con nuestros colaboradores, con nuestros superiores, con las amistades?

Este balance anual puede hacer las veces, perfectamente, de un diagnostico personal de nuestra vida. Después de un buen diagnostico, deberíamos ponernos a pensar en el año nuevo que viene… pero eso lo dejaremos para los primeros días del próximo mes de enero.

martes, 9 de noviembre de 2010

Una mochila para una vida

Todos nosotros, al nacer venimos al mundo con una mochila imaginaria que llevamos hasta el fin de nuestros días. Esa mochila se va llenando de vivencias, experiencias, pericias, rutinas, costumbres, recuerdos, añoranzas, conocimientos, habilidades, esperanzas, destrezas, miedos, hábitos, talentos, sueños…
También metemos cosas físicas como algunos lugares, ciudades, sitios, habitaciones, prendas de vestir, objetos ya inútiles… Pero además, guardamos personas que están en nuestra vida, que alguna vez estuvieron, o que deseamos que estén pero que no quieren estar o ya no volverán…
Pasamos por la vida guardando de todo en nuestra mochila. De pequeños no sentimos su peso porque es tan ligera que apenas nos damos cuenta que la llevamos con nosotros. En la adolescencia y nuestra juventud, no paramos de llenarla; además pensamos que nuestra mochila aguantará todo el peso, y no caemos en la cuenta que la mochila va sobre nuestra espalda y que su peso será para nosotros para resto de la vida.
La fuerza de nuestra juventud hace que no nos percatemos del volumen y del peso que nuestra mochila va adquiriendo con el paso del tiempo. Pero llega nuestra vida adulta, y es cuando verdaderamente nos vamos dando cuenta de que la mochila pesa, o que a nosotros nos cuesta cada vez más llevar nuestra mochila.
Lo cierto y verdad, es que nos llega el momento de plantearnos como continuar nuestro camino por la vida sin demasiado sufrimiento. Entonces, tenemos que intentar ser más fuertes para soportar el peso de la mochila, o aligerar el peso de la misma, o ambas cosas a la vez.
Aunque lo de ser más fuerte es una buena idea, el paso irremediable del tiempo y la preocupación por nuestra salud, aconsejan que quitemos peso de nuestra mochila.
Una primera recomendación sería deshacernos de los malos recuerdos, olvidar las experiencias dolorosas y dejar de un lado nuestros odios. Después podríamos centrarnos en afrontar nuestros miedos, cambiar los malos hábitos, no reprocharnos nuestras frustraciones y liberarnos de los prejuicios.
Todos mantenemos relaciones durante años con personas que no nos aportan nada personal ni humanamente. Son esas personas que están ahí colgadas de nuestra mochila, haciéndonos sentir más débiles, limando nuestra autoestima, limitan nuestra actuación y solo ponen piedras en el camino.
No hemos tenido el coraje suficiente o quizá nos hemos dejado llevar por la apatía. Pero está claro que no hemos sido capaces de terminar con esas amistades o relaciones “tóxicas”. Tenemos que sacar de nuestra mochila, de nuestras vidas, a las personas “toxicas”. Con educación, sin aspavientos, poco a poco pero sin pausa…pero es indispensable que nos liberemos de esas relaciones. Y si llegamos a la conclusión de que alguna de esas personas, aun como son, nos interesan, tenemos que hacerles ver que no nos están ayudando.
Tampoco estaría mal deshacernos del peso de algunas cosas materiales, que si nos paramos a pensa,r no sabemos muy bien porque las adquirimos. Los que piensan “cuanto tienes, cuanto vales”, tienen chocheras llenas de vehículos que apenas conducen, trasteros llenos de objetos inútiles, buhardillas repletas de artilugios ya anticuados sin apenas ser usados, armarios llenos de ropas que no se ponen…
Mucha gente se percata de todo esto cuando ya no le queda ni fuerza, ni aliento, y lo que es peor, ni tiempo para hacerlo. ¿Estamos preparados? Pongamos todos en orden nuestra mochila.

lunes, 4 de octubre de 2010

Cada cosa, a su tiempo

Una vez alguien dijo: “Las personas nacen, corren por la vida y mueren”. Hoy día existen libros que te ofrecen aprender o hacer algo en una semana, en días, en 24 horas… Incluso existen autoescuela que te garantiza prepararte para aprobar el “teórico del carnet de conducir” en una semana. Se comercializan resúmenes de libros “indispensables” para presumir que los hemos leído.
Nos encontramos comida precocinada que te ofrece: “un solo minuto de microondas y listo para comer”. Está generalizada la comida rápida fundamentalmente de hamburguesas y pizzas. Coches rápidos que no deberían superar la velocidad máxima permitida. Niños con agenda de “ejecutivos” llena de actividades extraescolares. Esas transformaciones de gente normal en posesos gritando y dando volantazos en el coche.
Todos estamos atrapados por el tiempo. Tenemos que ir al ritmo que nos impone esta sociedad sino, nos ven como gente rara.
¿Alguien se ha parado a valorar (incluso económicamente) el coste para esta sociedad y sus individuos de esta vorágine de velocidad? Estrés, ansiedad, fatiga crónica, depresiones, irritabilidad, infartos, Burnout, desmotivación, improductividad, insatisfacción, ulceras de estomago, indigestión, cefaleas, trastornos del sueño…estamos cada vez más enfermos y menos felices.
Esta velocidad nos separa de nuestros amigos, de nuestras familiar…y lo que es más grave, nos separa de nosotros mismos. Pasamos por la vida sin vivirla. Ni siquiera nos permitimos disfrutar de los buenos momentos, inmediatamente tenemos que dejarnos arrastras por la vorágine. Y por no hablar de la falta de paciencia, esa impaciencia que no da su tiempo a cada cosa.
Nuestra obligación con nosotros mismos, nuestra familia, nuestros hijos, nuestro entorno en general…es decir basta. No se trata de hacer “una declaración de guerra” a la velocidad. Velocidad por la velocidad: la enfermedad de nuestro tiempo, es una pandemia. No solo se conforma con ser una religión a la que todos rinden culto, se está convirtiendo en una secta. Para muchas personas la velocidad se manifiesta como una especie de adicción. Si paran, no sabrían como vivir
Podemos proponernos hacer las cosas con rapidez al mismo tiempo que mantenemos una actitud mental de tranquilidad, manteniendo la serenidad y la calma. Se trata de encontrar un equilibrio, imprimiendo a cada cosa su tiempo; rapidez cuando las circunstancias los demandan o, lentitud si la situación verdaderamente lo requiere.
No se trata de hacer un canto a la lentitud. Tampoco se trata de que algunas cosas siempre sean lentas o otras siempre rápidas; lo mas importante es que nosotros decidamos qué y cuándo queremos que sean o lentas, o rápidas. Lo dicho, encontrar el equilibrio. Es nuestro derecho como seres humanos.
Aunque es nuestro derecho el decidir que velocidad imprimimos a nuestras vida, cuando no lo ejercemos siempre terminamos rendidos a la dictadura de la velocidad. Cuando corremos solo rozamos la vida. Ir más lentos nos hará poner los pies en la tierra, y al fin y al cabo, vivir nuestra vida que fue creada para ser vivida.

jueves, 23 de septiembre de 2010

El líder, se lidera

Sería muy extraño, o al menos atípico, encontrarnos un verdadero líder que no tuviera la capacidad de liderarse a si mismo. No conozco ningún buen líder que sea considerado como tal, y que después no tenga éxito en la mayoría de facetas de su vida. No significa que la vida de los líderes, a parte de cuando ejercen su liderazgo, sea perfecta; y no quita que algunas cosas no vayan del todo bien.
La historia nos ilustra ejemplos de grandes líderes sociales con vidas personales o privadas muy tormentosas. También, existe cierta leyenda urbana en la que se da por sentado que el liderazgo con un triunfo público, llega consigo irremediablemente el peaje de una vida privada o familiar nada recomendable. Si esto es del todo cierto, para ellos el éxito y su “liderazgo carismático”.
El verdadero líder demuestra su pericia, sabiendo liderar su propia vida. Entiendo que si uno de es capaz de dirigir y organizar su propia vida no está plenamente capacitado para dirigir, organizar y, por tanto, liderar a nadie.
El primer paso hacia el liderazgo interpersonal, es el liderazgo personal. Las personas que proyectan su vida hacia un liderazgo, ya sea social, político, profesional…, dejando a un lado su proyecto vital; estarán, tarde o temprano, abocados a una vida fracasada.
Además, creo que este es uno de los grandes males de la actual sociedad moderna. Nuestra sociedad está llena de muchas personas sin más proyecto vital personal que el poder disfrazado de liderazgo. El fracaso personal nos lleva al líder fracaso, y los líderes fracasados dirigen un modelo de sociedad fracasado.
Mejores personas, mejores líderes, nuevos liderazgos, una nueva sociedad. Nuestro reto estará en conseguir proyectos vitales que acompañen al líder al éxito público, en el que nuestros líderes hagan un uso del poder como un medio, nunca como un fin.

lunes, 6 de septiembre de 2010

¿Qué tiene de malo volver a nuestro día a día?

Con la vuelta de las vacaciones, en cualquier tertulia o conversación, con indiferencia de su formalidad, empezamos a oír frases que podemos asimilar con la queja, protesta o pesadumbre por volver a nuestro quehacer diario.
En principio, deberíamos pensar que el quehacer diario de muchas personas, por culpa de esta crisis, es buscarse un quehacer diario. Así que considerémonos unos auténticos privilegiados o al menos afortunados, los que contamos con un quehacer diario llamado empleo remunerado.
Partiendo de la obviedad anterior, vamos a intentar ayudar en como deberíamos afrontar nuestro quehacer diario después de unas vacaciones, o después de cualquier otro acontecimiento que nos haya obligado o inducido a plantearnos cuestiones sobre nuestro trabajo; sea este un empleo remunerado, o nuestra actividad empresarial o profesional, o nuestras tareas domésticas, o nuestras obligaciones familiares…
Existen determinadas actividades en nuestras vidas que simplemente, sin trapujos, no disfrutamos y sabemos que no vamos a poder disfrutar realizándolas. Si existe algo que no podemos disfrutar haciéndolo, lo más recomendable es aceptarlo; sin más, aceptar que debemos hacerlo.
Con la aceptación, encontramos esa cierta paz o tranquilidad que se precisa para realizar cualquier actividad humana. Sería un grave error “comerse la cabeza” con lo poco que nos gusta o lo pesada que es esta actividad. La aceptación significa que mientras realizo esa “dichosa” actividad, lo hago en buena disposición, con la intención sincera de hacer bien las cosas.
Si estas en este caso en la mayoría de tu vida, deberías plantearte algunos cambios en la misma. Date tu tiempo, pero deberías de empezar a organizar tu vida con una mayoría de actividades que no impliquen aceptación.
Otras veces, disfrutamos realmente con lo que hacemos. Entonces, ¿Por qué quejarse? Tienes un doble privilegio: tienes que hacer algo con lo que gozas. Es cierto, que con el paso del tiempo, perdemos la perspectiva de hacia dónde nos dirigimos y qué sentido tiene lo que estamos haciendo. Entonces, cada vez nos sentimos menos gozosos y disfrutamos menos con nuestro quehacer diario.
Es muy importante parar, de vez en cuando, en la vorágine del día a día; y reflexionar sobre cuáles son las cuestiones que provocan que disfrutemos con nuestro quehacer diario. De esta manera, esas “pequeñas crisis” serán cada vez menos, y de menor duración.
Existe el caso de personas que no solo disfrutan de su quehacer diario, sino que gozan profundamente. Es el tipo de personas que a los demás nos sorprenden por su entusiasmo en el trabajo o cualquiera otra actividad. Si el estado anteriormente mencionado, el de disfrutar con nuestro trabajo, es el recomendable; este estado de entusiasmo en el quehacer diario sería el ideal.
Existe un factor común en todas las personas que tienen ese quehacer diario dominado por el entusiasmo. En todas esas personas, su quehacer diario le da sentido a sus vidas. Este es el pequeño gran secreto. Muchas veces fue primero el quehacer diario y luego llegó la situación de que aquello le daba sentido a su vida. Otras pocas personas, fueron más valientes: comprobaron que es lo que daba sentido a su vida, y luego lo convirtieron en su quehacer diario. Perfecta enseñanza de vida.

jueves, 12 de agosto de 2010

Algo más que unas vacaciones

Agosto, el mes típico de las vacaciones en la “Europa desarrollada”. Todo un año de trabajo en espera de la merecida recompensa: mis vacaciones. Cuando hablamos de nuestras vacaciones nos referimos a un tiempo de descanso, de ocio, de estar más con la familia y/o los amigos, de visitar nuevos lugares, de… Actividades todas que durante el año no son habituales.
A la vuelta de las vacaciones, al igual que suele ocurrir con el inicio de un nuevo año, la mayoría de nosotros volvemos con renovadas ilusiones, o con nuevos proyectos, con otros retos personales y/o profesionales, con la voluntad de que esta vez sí haré eso que siempre decimos y que luego no logramos, con… Todos ellos, proyectos, retos, actividades o ideas que darían a nuestra vida y a la percepción que tenemos de ella, un giro hacia la felicidad y la autorrealización.
Durante el resto de año, cuando no disfrutamos de nuestras vacaciones, estamos en nuestra vorágine particular que no nos permite, ni tan siquiera los fines de semana y festivos, parar para poder pensar. Pensar en nosotros mismos, pensar en nuestra vida, pensar de la vida en general, pensar en lo que tenemos, pensar en lo que queremos, pensar en los que deseamos…
Bien es cierto que la mayoría de veces, en el transcurso de las vacaciones, se dan momentos en lo que llegamos a este tipo de pensamiento. Lo hacemos, nos llenamos de buenas intenciones para la vuelta al trabajo y a la rutina diaria, pero pasadas unas semanas nos rendimos a nuestra cruda realidad, y caemos en los hábitos de siempre. Y como siempre, el pensamiento sin acción, se queda en mera intención.
En la vida, está claro, que no podemos pretender que, haciendo lo mismo y comportándonos de la misma manera, obtener resultados diferentes. Por ello, además de todos esos nuevos proyectos y retos para la vuelta al trabajo después de nuestras vacaciones, debemos plantearnos que debemos cambiar o adquirir terminados hábitos en nuestra rutina diaria.
Deberíamos de empezar por algo importantísimo. Tenemos que conseguir invertir algún tiempo para poder pensar como decíamos, en nosotros mismos y en nuestras vidas. Para poder romper esa rutina que no nos deja pensar te relacionaremos a continuación diferentes propuestas que te ayudarán a pensar, reflexionar y concretar sobre como es nuestra vida y que queremos realmente de ella:
-Espera una noche sin luna y cielo estrellado. Sentado o tendido, con tu mirada en la inmensidad del universo, los pensamientos vendrán solos.
-Puedes coger el coche y buscar una cala o playa tranquila en pleno invierno, siéntate en la orilla y contempla el mar y la línea del horizonte. Siente el sonido de las olas y del propio mar.
-Acude a un bosque o paraje natural y contempla la grandeza de la naturaleza y de nuestro planeta. Recréate en el espectáculo que en sí mismo es la madre naturaleza.
- Al menos una vez al año deberías de visitar una residencia de ancianos, pero no para visitar algún familiar o conocido. Es importante que recordemos cómo serán los días al final de nuestras vidas, si disfrutamos de un mínimo de longevidad.
-Al menos una vez al año deberías de dar una vuelta por un gran hospital, pero no para visitar algún familiar o conocido. Es importante ser conscientes de la maravillosa salud de la disfrutas tú y tus seres queridos.
-Al menos una vez al año deberías visitar un cementerio, pero no en el que puedan estar tus seres queridos, y no vale contar si tienes que asistir algún entierro. La visita deber ser a posta y no por alguna otra cuestión. Es importante no olvidar que todos, hasta tu, algún día ya no existiremos.
En conclusión, además de todos esos proyectos y retos nuevos, en estas vacaciones deberíamos pensar en cómo pensamos cuando no estamos de vacaciones. Y recuerda: con todos los posibles desengaños y sueños rotos, con toda la vorágine y turbulencias del día a día, la vida es maravillosa y tenemos derecho a ser felices. Pero no basta con desearlo, comencemos el camino.

domingo, 25 de julio de 2010

Preparación de las vacaciones en familia

En este periodo veraniego en la península ibérica, muchos de nosotros preparamos las vacaciones de la familia, muchos ya las estáis disfrutando. La preparación de las vacaciones en familia o en pareja, lleva consigo un esfuerzo adicional en aras la recompensa de unas buenas vacaciones.
Algunos pueden decidir la duración y las fechas de sus vacaciones, otros solo la duración y tienen que “negociar” las fechas; y muchos de nosotros no podemos decidir ni las fechas y ni la duración. En el caso de que los dos miembros de la pareja trabajen, se agrava con la sincronización de fechas. Supongamos que el primer escollo está superado.
Inmediatamente viene el asunto del presupuesto. ¿Cuánto dinero estamos dispuestos a gastarnos en las vacaciones o de cuánto dinero disponemos para las vacaciones? Está claro que lo ideal es proyectar unas vacaciones teniendo claro que no te quieres gastar más de cierta cantidad. Partiendo de esa cantidad, se intenta maximizar todos los aspectos de las vacaciones. Sin embargo, la situación más normal es que después de todo lo necesario para la vida diaria, comprobemos cuanto presupuesto vacacional disponemos y a partir de ahí intentemos organizarnos unas vacaciones mínimamente aceptables.
Es evidente que el presupuesto vacacional será determinante como punto de partida para la organización de nuestras vacaciones sabiendo la duración de las mismas y las fechas aproximadas con las que contamos.
Después las preferencias personales tendrán que converger en alguna de las alternativas posibles como ocio, descanso, turismo cultural, playa, campo, cerca, lejos, mi país, el extranjero… Una de las situaciones más comunes, es que alguien cede a las preferencias de la otra u otras personas en un pacto implícito de que el año que viene le complacerá.
Todo esto está muy bien si la familia tiene miembros adultos o al menos no muy niños. La edad de los hijos, es determinante para la elección del lugar y las características del viaje. Con los niños y las vacaciones lo más importante es implicarlos en el viaje.
En muchas ocasiones, cuando estamos organizando nuestras vacaciones, olvidamos algo muy importante: ¿Qué significado tienen para nosotros las vacaciones de nuestra familia, que no las nuestras? Las vacaciones en familia suponen una mayor y diferente convivencia durante unos días o semanas. Las vacaciones deberían suponer descanso, disfrute y ser gratificantes. Las vacaciones son una buena ocasión para estrechar lazos familiares, para tener y aprender juntos de experiencias nuevas. Las vacaciones tienen que traer relajación, que no estrés.
Todo lo anterior nos puede parecer perfecto, pero perfecto significa que debe existir una adaptación a todos los implicados. Para esto, programar lo máximo posible, común e individual y en pareja, sería lo deseable; si no es así, al menos un mínimo de programación. Deberíamos de dejar momentos para nosotros mismos, momentos para los niños, momentos para la pareja…
No podría cerrar estas líneas, sin dejar de pensar en esas personas que este año no tendrán vacaciones porque no tiene un puesto de trabajo, que incluso aún contando con un pequeño presupuesto, la prudencia les hace quedar en casa.
Recordando tiempos pasados mucho peores, en que nuestros progenitores no podían permitirse ni podían ofrecernos unas vacaciones, pienso en aquellas tardes interminables de verano en que nos negábamos a dormir la siesta, esos juegos hasta muy de noche con los mayores formando tertulias sentados en las terrazas y las puertas de las casas…Afortunadamente, luego vinieron tiempos mejores. Siempre vienen tiempos mejores.

viernes, 18 de junio de 2010

La vida en blanco y negro o un mundo de colores

Todos nosotros, en cualquier conversación de la vida cotidiana, hemos empleado los términos: “en color” o “en blanco y negro”. Es una paradoja que utilicemos el termino en blanco y negro, cuando en realidad todas las representaciones así denominadas, consisten en una composición de distintas gamas de grises.
Podríamos convertir esta situación en una metáfora de la vida real. Hay quienes piensan que el lenguaje es un reflejo de la visión que una sociedad tiene sobre si misma. Por tanto, trasladamos una visión de la vida de contrastes entre blanco o negro, si o no, ahora o nunca, buenos o malos, conmigo o contra mí… a nuestro lenguaje habitual.
Parece que nos dirigimos a una sociedad que apuesta por la dicotomía. Una sociedad en blanco y negro, una sociedad dicotómica. Si nos paraos a pensarlo un poco, todos sabemos que un dibujo no puede ser solo negro, porque necesita un fondo blanco para verse; ni solo blanco, porque precisaría un fondo negro para visualizarlo.
Nunca valoramos tanto el bien sino lo comparamos con el mal. No apreciamos tanto la limpieza hasta que no conocemos la suciedad. No disfrutamos tanto de la belleza sino la comparamos con la fealdad. No damos valor a nuestra salud hasta que nos ataca la enfermedad. No somos conscientes de nuestra felicidad hasta que nos golpea la desdicha.
Nos empeñamos en vivir una vida en blanco y negro, obviando incomprensiblemente los tonos de grises, que es como se representa verdaderamente la realidad que contemplamos en nuestro día a día. Uno de los retos más importantes a lo que nos enfrentemos en la actual sociedad moderna es volver a mirar el mundo con otra perspectiva. Gran parte de cómo nos sentimos depende de cómo miramos e interpretamos nuestro entorno. No podemos ser felices mirando nuestra realidad en blanco y negro sin tener en cuenta los diversos tonos de grises.
También existe mucha gente que además de percibir su realidad en los distintos tonos de grises, se abre a ver el mundo y la vida con toda su gama de colores. Podemos volver a emplear la metáfora sobre los tonos de grises. Distinguir la variedad de colores es aceptar la diversidad de personas y condiciones. Al observar nuestras vidas debemos saber que las cosas no son de un solo color y tono.
Tendemos a mirar las cosas sin pensar en su origen, que nos explica el porque de su presente. No debemos olvidar que existen tres colores básicos que son el amarillo, el azul y el rojo. En la nuestra sociedad actual encasillamos a la gente como si fueran colores, pero estarás de acuerdo conmigo que puede haber distintos tonos de amarillo, azul y rojo; que si mezclamos el azul y el rojo en distintas proporciones obtenemos distintos tonos de violetas; que si mezclamos el rojo y el amarillo en distintas proporciones obtenemos distintos tonos de naranjas; que si mezclamos el azul y el amarillo en distintas proporciones obtenemos distintos tonos de verdes…
Igual que deberíamos aprender a no calificar las situaciones como blancas o negras, sino teniendo en cuenta los distintos tonos de grises; también deberíamos aprender a aceptar a las personas en su inmensa gama de colores.
Este debería ser el punto de partida para nuestra felicidad personal, sabiendo que todo el mundo tiene derecho a desear su felicidad. Toda persona tiene derecho a ser feliz, con sus tonos de grises y sus gamas de colores. Un mundo lleno de grises y colores.

martes, 18 de mayo de 2010

Ser competentes antes que competitivos

Ya lo dice el nombre de nuestra revista digital “sercompetentes”. Esta denominación no es un simple juego de palabras. Podríamos haber elegido el sercompetitivos, y quizá hubiera sido más competitivo en la red. Pero no, no hubiéramos sido consecuentes con nuestra visión, con la nueva visión del mundo de las empresas, de los negocios, de las organizaciones y de las personas/profesionales, que queremos acercar al máximo de internautas.
Creemos firmemente en lo importante que es ser competentes antes que competitivos. Ser competentes nos permite ser competitivos y nos enseña cuando debemos abandonar la competición. La competitividad por la competitividad termina devorando a los competidores. Por tanto, es mejor ser competente antes que competitivo.
La sociedad actual necesita más que nunca organizaciones e instituciones competentes, empresas competentes, profesionales competentes, responsables políticos competentes y, sobre todo, personas competentes.
Si partimos de personas competentes en todos los ámbitos de su vida, obtendremos profesionales competentes, conseguiremos organizaciones, instituciones y empresas competentes, alcanzaremos una sociedad competente.
sercompetentes consiste fundamentalmente en saber, en hacer y en ser. En saber por conocer, en hacer por ejercitar lo sabido, y en ser por conjuntar la experiencia en los conocimientos y en la ejecución de estos. sercompetentes es la capacidad para saber, para hacer y para ser.
sercompetentes implica la capacidad de aprender, y sobre todo de aprender a aprender (autoaprender). Ser competente es saber relacionarte con los demás, pero también contigo mismo.
sercompetentes es conciencia de ti mismo, capacidad para reconocer tus estados emocionales y los efectos que surten en ti, conocer tus fortalezas y tus limitaciones, tener confianza en ti mismo, en lo que haces y tus capacidades.
sercompetentes es tener control sobre nosotros mismos. Autocontrol con integridad y responsabilidad. sercompetentes es tener flexibilidad para adaptarnos al cambio y para provocarlo con nuevas ideas y nuevos enfoques.
sercompetentes es esforzarse por mejorar y comprometerse con otros en aras de logro. sercompetentes es optimismo, es iniciativa, es compromiso, es motivación.
sercompetentes es tener conciencia de las necesidades, preocupaciones, sentimientos y emociones de los demás. Mostrar preocupación y comprensión hacia los otros.
sercompetentes es tener capacidad para resolver conflictos y negociar acuerdos eficaces. sercompetentes es comunicarse con mensajes convincentes, claros y transparentes.
sercompetentes significa que somos competitivos. Nos preparamos para ser competitivos cuando nos preparamos para sercompetentes. Al sercompetentes controlamos la competición: sabemos cuando competir, cuando replegar y cuando abandonar.
Al sercompetentes no tenemos la necesidad de competir con los demás, somos lo mejor que podemos ser y la competición pasa a ser un factor más de nuestra motivación, que no el único factor de motivación.
sercompetentes es felicidad y paz contigo mismo y con los demás.

jueves, 8 de abril de 2010

La Empresa Cortijo

Estábamos en plena sesión de coaching, y mi cliente dice: “Mi jefe se comporta como un cortijero”… y la sesión continuo por otros derroteros, hasta que finalizamos.
Cuando me quedé solo, no podía quitarme la frase de la cabeza. ¿Cómo he podido entender tan bien, con esta sola frase, lo que me quería transmitir?
Es muy habitual escuchar hablar a nuestros clientes, amigos y conocidos sobre ese tipo de jefes que se comportan como cortijeros.
Hagamos un juego de palabras: Cortijero es a Señorito, lo que Jefe (encargado, responsable…) es a Empresario (propietario). Por tanto, podríamos hacer el paralelismo entre cortijo y empresa.
El jefe cortijero, lo es porque el empresario es un propietario señorito, y entonces llegamos a la Empresa Cortijo.
Características principales del Jefe Cortijero:
- Dócil con sus superiores, tirano con sus inferiores.
- Prefiere Vencer a Convencer.
- Hace ostentación de su cargo de jefe, encargado, responsable…
- Divide a los trabajadores en dos grupos: Los míos (los buenos); Los Otros (los malos).
- Compra lealtades a través de trato de favor.
- Los errores en tercera persona del plural o del singular, los aciertos en primera persona del singular.
- Siempre corrige y nunca premia ni reconoce.
Características del Propietario Señorito:
- Lo importante es el resultado final, las formas no importan.
- Empleados dóciles y sin opinión propia.
- “A mi no me cuentes problemas: Arréglalo como sea”.
- Piensa que mientras tenga dinero en la caja, la empresa va bien.
- Cuando obtiene beneficios es que es un gran empresario, cuando pierde es que el mercado está muy mal.
- Solo piensa a corto plazo y no planifica.
Características de la Empresa Cortijo:
- Un Propietario Señorito.
- Jefes Cortijeros
- Empleados insatisfechos, nada motivados y, por tanto, poco productivos.

miércoles, 24 de marzo de 2010

una carta sobre la felicidad

Hace unos días, recibí un correo electrónico de una persona a la que tengo mucho aprecio y cariño. Aunque no lo decía expresamente, en sus palabras no leí ninguna expresión sobre su infelicidad, pero toda la carta estaba impregnada de tristeza. Sin embargo a mi amiga, no le había sucedido nada grave últimamente, pero entidí claramente que estaba triste y que no se sentía feliz.
Evidentemente, no revelaré su nombre real, así que la llamaremos a partir de ahora Carmen.
A continuación comparto con vosotros el contenido del correo electrónico con mis contestación:
"Querida Carmen, esta vez soy yo quien toma la inciativa, sin esperar la respuesta a mi último correo en el que te preguntaba si te sentias tan mal. La verdad es que yo tampoco me encuentro en el mejor momento de vida (ya sabes de los cambios en los que me encuentro metido), y quizás sea el menos indicado para darte consejos.
Solo puedo comparti contigo las conclusiones a las que he llegado sobre mi felicidad y la felicidad en general. Amiga Carmen, cualquier punto de partida para poder alcanzar la felicidad es una buena salud y una mala memoria. Olvida Carmen, olvida; sino, mal empezamos.
Si no olvidas, no podrás estar bien contigo misma, y este es uno de los secretos para la felicidad.
Cuando nos encontramos mal, solemos aspirar o soñar con esa gran felicidad, esa utopía de vida, que ni siquiera cuando estamos en un estado de ánimo normal, nunca nos planteábamos. Creo que este es el primer obstaculo para ser felices, esperar o ansiar la felicidad con mayúsculas.
Nos obsesionamos en ser felices sin tener en cuenta que la mayoría de las veces, ese camino hacía la felicidad es más gozoso que la propia felicidad soñada. Si esta, la felicidad, se convierte en tu objetivo vital, lo más probable es que no la consiguas jamas.
Con toda esta palabrería no quiero decirte que te olvides de que tienes que ser feliz; sino todo lo contrario. La mayoría de las veces la felicidad comienza en el momento que empieza a imaginarse esa felicidad. Pero lo felicidad completa no existe, existen muchas pequeñas felicidades.
Aveces la felicidad pasa por delante de nuestra puerta, y no la reconocemos. Muchas veces la felicidad que buscamos no tiene apariencia de felicidad; pero cuando la conocemos, nos hace felices. Otras veces, la felicidad se nos cuela por la ventana que intencionada o inadvertidamente dejaste entreabierta. Querida Carmen, no desperdicies las opotunidades que cada día pasan por tu puerta, y nunca dejes tus ventanas cerradas.
El problema es que todo lo que te he dicho, puede que incluso que me lo aceptes. Pero siempre nuestra felicidad se basa en la felicidad o en la infelicidad de otros, y aquí no sé bien que decirte. Solo que intentes hacer feliz al mayor número de personas y que reduzcas al mínimo tu capacidad para provocar infelicidad.
Querida Carmen, seguro que existen muchas cosas valiosas a tu alrededor, no dejes que la búsqueda de esa felicidad con mayúsculas, te haga perderte esas pequeñas alegrías que se producen cotidianamente.
Aceptar nuestros males y desgracias, asumirlas. Paciencia y esperanza. Valor y prudencia. No podrás ser feliz si las cosas que haces diariamente son distintas de las que crees. Si quieres ser feliz, que no te importe que te juzguen. La felicidad no nos espera en un sitio concreto, pero sin embargo hay que salir a buscarla.
Puedes optar por pensar que la felicidad no existe, entonces te librarás de buscarla; pero tampoco te quiero engañar fingiendo que es fácil de conseguir. La felicidad es fácil imaginársela, pero casi imposible de conseguir.
No sé porque te cuento todo esto. Todas estas reflexiones, las llevo haciendo mucho tiempo y vivía con ellas en la cabeza, y he esperado a pensar e imaginar que pensabas que no eras feliz, para expresarlas a alguien, o a mi mismo a través de este correo.
Quizás, lo mejor de la felicidad es no necesitarla, no pensar en ella. Significaría que al menos no eres infeliz. Pero, querida Carmen, yo no puedo hacer nada por ti, ni nadie puede hacer nada más por ti. Tú eres la única artífice de tu propia felicidad. El trabajo es duro, pero confío en que lo conseguirás.
Cuando la consigas, tampoco olvides que la felicidad no es constante, y para mantenerte feliz exigirá un esfuerzo constante ante el cambio constante que es, al fin y al cabo, nuestra propia vida.
Espero tus noticias, mientras tanto cuídate. Un beso".

lunes, 8 de marzo de 2010

Sobre la vocación de nuestros hijos

En estos día, los que tenemos hijos en edad de finalizar la educación secundaría, estamos reviviendo momentos de nuestra adolescencia relacionados con ¿qué estudiamos? Finalizados los estudios de secundaria nuestros jóvenes tienen que empezar a plantearse “que quieren ser de mayores”.
Si echamos la vista atrás, y recordamos nuestros 16 años, será un ejercicio de empatía fundamental para poder ayudarles en “su” decisión. Y creo que digo bien: “su” decisión. No podemos caer en el error de focalizar “nuestras” expectativas sobre nuestros hijos. Frases tales como “ojala yo hubiera tenido tus oportunidades…”, “lo que mas te conviene es…”, “con tal carrera, nunca te faltará trabajo”.
Mi experiencia como coach, en mi caso, creo que me están siendo de gran utilidad. Creo que todos los padres y madres a través de algunas herramientas básicas del Coaching, podrán ayudar a sus hijos e hijas. Partiremos de la base fundamental: “el coach nunca dice a su cliente lo que tiene que hacer”. Por tanto nosotros no podemos decirle a nuestro hijo lo que tiene que hacer. Sería un grave error.
Estimo que un buen comienzo sería dejarle muy claro que la decisión siempre será suya y que nos gustaría ayudarle en “su decisión”.
Mediante el método socrático, debemos establecer un dialogo entre padre, madre e hijo/hija; a través de preguntas. Preguntas que buscan respuestas fruto de una reflexión y un razonamiento. Debemos empezar por preguntarle desde lo más genérico a lo más específico. Seguramente sus respuestas nos pueden inducir a realizar otras preguntas que en principio no teníamos previstas realizar. Evidentemente debe ser una conversación seria pero a su vez lo más distendida posible. No puede parecer un interrogatorio.
Partir de ¿qué es lo que te gustaría estudiar? o ¿a qué te gustaría dedicarte de mayor?, nos irán llevando a otras como ¿qué te gusta más de tal carrera o tal profesión? Podéis sorprenderos con afirmaciones sobre lo que les gusta o se les da mejor, pero no les cuestionéis directamente, hacerlo a través de otra pregunta que les haga reflexionar y al buscar una respuesta argumentada encuentre verdaderamente sus motivaciones.
Sería recomendable no plantearles nuestras experiencias personales directamente. Solamente debemos contarles nuestra experiencia al respecto si en la conversación son nuestros hijos quienes nos preguntan. Nuestra respuesta debe ser lo más sincera y objetiva que podamos, y siempre aclarándole que eran otras circunstancias y otros momentos.
Tampoco debemos plantearnos realizar una sola conversación, podemos aprovechar que surge la conversación durante la comida, en el coche… Si vemos que son esquivos al tema, no debemos insistir aunque si deberíamos dejarles caer que es importante hacer un hueco para que nos cuente que tiene pensado al respecto.
En mi opinión, todo esto es una cuestión de vocación, hablamos de anhelos e incluso, porque no decirlo, de sueños. Podemos cometer el error de ver el futuro profesional aparte del personal y/o social. Debemos ver la vida como un todo, y todas las facetas de nuestras vidas son independientes, pero también están interconectadas entre sí.
En la vocación están los sueños, los anhelos, el placer en hacer las cosas, la realización en los logros, la curiosidad por sondear nuevos caminos, la motivación por la superación, sentirnos que estamos en el lugar y con las personas apropiadas, sentir la intuición, la imaginación, la facilidad y la dificultad…, el esfuerzo y la entrega que nos dan satisfacción y sentido a nuestra vida. Amar lo que hacemos estando en paz con nosotros mismos y con los demás.
Siempre oía de mis mayores que los hijos no vienen con un manual de instrucciones debajo del brazo. Hemos aprendido durante todo este tiempo a formar personas que puedan ser, estar y vivir en sociedad, con propia personalidad y con respeto a la de los demás. Ahora nos toca aportar nuestro granito de arena a conformar el devenir de una vida, como todas las vidas, única e irrepetible, con el agravante de que se trata de un ser humano que amamos hasta el extremo. Quizá ellos entiendan algún día que ahora sentimos parecidas dudas, miedos e incertidumbres a las que ellos padecen sobre su futuro vocacional y profesional.
Aunque hablemos de sus vidas, su éxito será nuestro éxito, su felicidad será nuestra felicidad. ¿Alguien tiene alguna duda?

jueves, 11 de febrero de 2010

Hace tres años…

Hace tres años (febrero de 2007), siguiendo el consejo de un buen amigo, creé mi blog, este blog.
Al minuto después de ver como funcionaba técnicamente (cosa relativamente fácil), me hice algunas preguntas, como: ¿y que vas a escribir? ¿Quiénes te leerán? ¿Qué pretendes con el blog? ¿Qué utilidad personal o colectiva tiene?
A su vez, empecé a mirar blogs que estaban por la red. Tengo que reconocer que me impuso un gran respeto ver y leer infinidad de blogs que me parecieron interesantes y de gran calidad. Pero lo que me causo verdadero pánico fue ver otros blogs que me parecieron mediocres e incluso, en algunos casos, ridículos.
Me causa mucho respeto la gente que tiene el don de expresarse por escrito, de darlo a conocer y tener el reconocimiento de los que los leemos. Por esto, cada vez que he tenido la tentación de poder escribir algo para que lo lean otros, la mayoría de las veces me ha parecido una osadía por mi parte.
Tampoco puedo dejar de reconocer que lo que me dio más “miedo”, fue el parecer ridículo como en esos blogs que parecen instrumentos de autoafirmación, de una reafirmación del ego, una tribuna para hacer ver al mundo lo tanto que se sabe y lo bien que se piensa…
Durante estos tres años, este mismo amigo me interrogaba por mi negativa a poner en marcha mi blog. Mi respuesta siempre era la misma: “creo que no estoy preparado”. Y me insistía: “Pero si llevas media vida preparando documentos, apuntes, intervenciones, borradores…”
Sería una presuntuosidad afirmar (por escrito y en mi blog) que me siento preparado. Pero otro buen amigo, hablando de este mismo tema, me dijo con tono sarcástico una frase que habitualmente siempre uso (también en tono sarcástico) en muchas conversaciones, tanto personales, sociales como profesionales: “ahora no es el momento”.
La vida de la personas esta llena de “momentos” (oportunidades) en los que “ahora no es el momento”. Soy de los que pienso que tenemos la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan, creo que tengo cosas que compartir, así que comencemos el camino. Desde los proyectos más grandiosos, hasta el más modesto de los proyectos personales, todos comienzan con el primer paso.
Mientras nos vemos por aquí otro día, SER INFINITAMENTE FELICES.